El Museo Universitario de Arte Contemporáneo ha abierto sus puertas al público con algunos retrazos en el montaje de sus exposiciones, debido al cierre temporal gracias a la epidemia de la influenza (AH1N1).
Así al reabrir sus puertas contaba con una efímera exposición de dos de sus 10 salas, donde expuso una serie de arte urbano contemporáneo, en donde lo más simple como una instalación de un peyón o la instalación de un corazón hecho por medio de varas de árbol dan a entender que el arte ha perdido perspicacia, también había una pieza de semefo caracterizada por los restos humanos que como siempre es el método sino el modus operandi de SEMEFO. Hasta la exposición de los renacuajos y su semejanza con el hombre, esto en la última sala que comprendía la exposición.
Claro que al entrar al museo te pasan dos cosas, primero notas el rompimiento arquitectonico que se da con el espacio circundante, pues son placas de concreto armado y cristal que conforman la arquitectura de este museo y no la típica piedra volcánica o el mural al que está acostumbrado la arquitectura universitaria; así la segunda cosa después de ese primer impacto, es que esperas encontrarte entonces con un arte de primer mundo, sofisticado como se ve la fachada del museo y te encuentras con los encargados de información dándote una guía de la exposición del moemnto con la excusa de: "disculpe pero aún no se ha terminado de montar la exposición". Cosa que después de escuchar te hace pensar, "y si mejor me voy y vengo el día que esté montada toda la exposición".
Y así entre la descepción artística y arquitectónica, visualmente hablando, das la vuelta subes al coche y te vas esperando que para el próximo mes estén todas las salas en uso, para poder disfrutar del ARTE que traeran próximamente.
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